El pie esta dispuesto en dos arcos, los cuales permiten soporte del peso corporal, así como distribución adecuada entre los tejidos suaves y duros de dicha extremidad, además de brindar apalancamiento al caminar. No son rígidos, sino que ceden cuando se apoya peso y recuperan su forma al retirarlo; de este modo ayudan a absorber impactos.
Por lo regular, los arcos están plenamente desarrollados hacia los 12 o 13 años de edad.
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